Poemas


Está bien, pase y acomódese. Pero prolongue su camino al máximo,

disfrute del silencio y el frío.

Le estábamos esperando.

Y no hay nada más grato que el terciopelo rojo.



La vieja también se sorprendió al principio.

Y a ella el terciopelo le produce escalofríos.





*





Secuestrada por la maraña de renglones sin rimar

que en ocasiones

no me dan ni alimento

ni me dejan mugir



Azulejo manchado de rojo

El olor de la agonía

de restregar con lejía

el ojo de la camisa.





*







Caen una a una, las cuentas del rosario,

describiendo la sala de espera su eco.

En cada eco un resumen de plegaria.

Algunas quiebran su piel

saltando el nácar de su superficie

y las súplicas por el corazón teñido




Perdida en la ceguera de mis ojos cerrados

en una de las habitaciones de época

ahuyento el aire,

que quiere bailar conmigo.

Lo araño

quiero bailar sola



Así que en este cauce de tango sin música

me abrazo a mi quimera.



Los zapatos de baile

resuenan en un suelo inundado de cuentas de rosario

que perdieron su esmalte al caer,

y con el sus avemarías y padrenuestros



Y rabiosas,

intentan hacerme abatir

resbalar

abandonar mi danza

para reposar junto a ellas (rotas)



Pero yo inmaculo mi baile

al no apoyar los tacones

esquivo las cuentas,

las pateo,

descascarillo aun más su intención

Me río de su interior

puro barro

como en el que yo me baño cada noche



¿Qué venís a enseñarme malditas?



Perdida en la ceguera de mis ojos cerrados

bailo en una habitación de época

con las cuentas de un rosario abandonado





*





El director, perfuma su cuello, frota sus manos.
La silla vuelta del revés en el café concierto,
Los gemidos del baño desaparecen cuando nadie escucha.
La mujer de los labios negros pinta sus cejas, con la indiferencia de las flores de plástico del camerino.
Cuando cree que nadie la mira,
Se acerca al espejo,
Estira sus parpados,
Besa al responsable de su secuestro.
Y Llora, llora, llora, llora
Anudando su consternación a su bata,
Rompiéndola,
Golpeándose con los muebles,
Con gran teatro, como solo una mujer de su talla sabe hacerlo.
Cuando llora quieta, sin ruido,
Y las lágrimas amortiguan sobre la moqueta,
Entonces enfadada rompe de un puñetazo el espejo traidor.